Damaris Calderón Campos, La Habana, 1967. Poeta,pintora y ensayista. Autora, entre otros, de los libros Se adivina un país, Los amores del mal, Parloteo de sombra, Guijarros, El remoto país imposible, La extranjera, El arte de aprender a despedirse, Sílabas ecce homo, Duro de roer, Duras aguas del trópico, Porque nos parecemos a las calaveras de Guadalupe Posada y Las pulsaciones de la Derrota. Ha obtenido, entre otros, los premios Altazor de poesía (2014), Premio a la mejor obra publicada (2014) por Las pulsaciones de la Derrota, y la beca Simón Guggenheim en 2011. Vive actualmente en su Casa de Palabras, isla negra, Chile.
Adelantando el paso (¿y si yo fuera Paul Celan?)
Y un soldado me sustrajera
la madre
las sílabas
las hebras de sol
y me pusiera
a bailar
a cavar
el poema
(su fosa común)
de un disparo
en la nuca
a una imposible
sulamita?
[De El remoto país imposible]
YO, LA HIJA DE RAQUEL, ESTOY TEMBLANDO
Aprendiendo otra vez a escribir
las primeras sílabas
Contra la muerte
El aire de tus pulmones al mundo
del mundo a tu pequeña cavidad torácica
al invernadero
tu mano sigue andando sola
sin apoyo
en andas
atravesamos el rumor del viento
pero la muerte galopó más fuerte
hacia el sitio más dócil de la noche.
Mi madre va tirada por caballos
Hacia el sitio más dócil de la noche
Ya nadie evoca sus lejanas manos
Ni los humeantes prados la conmueven
Destazada, la luz la va inventando.
Quizá el cielo se ponga todavía
Cuando los caballos, piadosos, recuperen
El rostro de mi madre de las sombras
Hacia el sitio más dócil de la noche.
UNA MUJER SOLA Y AMARGA
I
Cuando tú eras hermosa
cuando tu pecho lo cruzaban furiosos vientos
mi madre me partía en una sala sórdida
de una clínica desconocida
boqueaba como un pez
sobre su vientre el peso de una caballería.
Dos mujeres inexorables
podaban el poco sol de la pieza
le recordaban su proximidad
con los dos abismos.
Mi madre era un seto cerrado
que tuvo alguna vez su pequeña fuente
una empalizada
que asolaron los perros y los años.
De su madera gastada me alzo al mundo
de su madera podrida rehago las cuerdas de mi casa
Y no la alcanzo.
Como la sombra que un jinete persigue en la llanura.
II
Bajo esas manos que el horror cuartea
que el fuego hace más íntimas
se alojó mi cabeza
fruta que esperan picotear los pájaros
esos pequeños animales dóciles
que no podíamos mirar sin repugnancia
moverse entre los platos
cuando apartaba para nosotros, para sí,
la vida.
Salí de entre sus piernas
como de un bombardeo.
He sido el héroe y el traidor.
El cielo se le ha fugado
A mi madre de los ojos
El cielo imitaba a los cojos
Cuando andaba de costado
El cielo no ha despertado
Temo que no nos descubre
Temo que el aire le cubre
La mentira azul que dijo
Mi madre extravió ese hijo
Que pastó sobre su ubre.
[De Yo, la hija de Raquel, estoy temblando]